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martes, 15 de febrero de 2022

Zacamixtle, cerca de potrero...

 ZACAMIXTLE Y EL PETROLEO

El cantautor Samuel Lozano mencionó a este pueblito de Veracruz en los versos de su "Tampico hermoso": Mata Redonda, Chinampa y Amatlán,/ con Zacamixtle, Potrero y Cerro Azul,/ están rodeados de pozos sin contar,/ siendo un conjunto de gran excelsitud".

Antes del petróleo, Zacamixtle era "un paraje solitario y tranquilo donde vivían aproximadamente unas 500 personas que trabajaban como peones, en la labranza y en ranchos ganaderos de toda la comarca".

Después del petróleo, al descubrirse la famosa "Faja de Oro", se convirtió en una sucursal del infierno.

Un testimonio, el de don Maximino Cuervo, recogido por Javier Santos Llorente en sus "Episodios petroleros", refiere el momento en que los extranjeros llegaron detrás de los sabuesos que habían olfateado el petróleo yaciente en el subsuelo:

"A partir de 1920 hubo mucha gente en Zacamixtle. Se llenó de casinos de chinos y de casas de mujeres que venían de todas partes. Llegaron las empresas 'El Águila', la 'Huasteca', 'la Transcontinental', la 'Mexican Gulf', la 'Internacional', 'El Agwi', 'La Corona'...".

Lo que ocurrió lo explica con mucha claridad el ingeniero Ezequiel Ordóñez, que desde el primer lustro del siglo trabajaba para Edward Doheny, propietario de la Huasteca Petroleum Company:


"Zacamixtle surgió de la noche a la mañana.


De las ruinas abandonadas en que estaba se convirtió en una población de lo más abigarrado que haya existido.


En un momento se improvisaron, mal armadas y peor saneadas, barracas de madera de uno y hasta de dos pisos, alineadas a ambos lados de angostas tiras de terreno que servían de calles sin trazo preciso y sin nivelar.


Eran, en días secos, ríos de polvo y tiraderos de basura; y en días de lluvia, y por muchos días después, horribles atascaderos de lodo.


Por esas angostas callejuelas había entonces un continuo tránsito de gentes, de carretas, jinetes y automóviles...".


El médico, escritor y diputado federal José Manuel Puig Casauranc también llegó a rendir testimonio (en un discurso en el Congreso) de la singularidad de este pueblito del norte de Veracruz muy cercano a Naranjos: 


"Señores diputados -dijo--, era Zacamixtle indudablemente el centro industrial más rico del mundo...


Los obreros ganaban un jornal mínimo de veinte a veinticinco pesos y en aquello que debiera haber sido el paraíso de los trabajadores, una junta de administración municipal hizo el infierno que voy a describir:


Todas, absolutamente todas las casas habitables del pueblo de Zacamixtle fueron convertidas en burdeles y en cantinas; absolutamente todas las casas... hasta el extremo de que para una escuela fue imposible encontrar un local.


Pude darme cuenta de este hecho porque en una ocasión que fui llamado para un asunto profesional a Zacamixtle, hubo necesidad de que los familiares del magnate a quien iba a atender desalojaran un burdel para que pudiera alojarme y convertir el burdel en sala de operaciones". 


Frases como las siguientes fueron divulgadas por la región en los años del auge, en que sólo Tampico competía con el pueblito veracruzano convertido en campo petrolero: 


En Zacamixtle hay más de 200 torres de perforación". 


A Zacamixtle han llegado más de 50 mil personas en unas pocas semanas".


En Zacamixtle hay un prostíbulo por cada torre petrolera". "Zacamixtle parece un pueblo del viejo oeste, donde todos montan un buen caballo". Etcétera.


"Naturalmente -explica el ingeniero Ordóñez-abundaban las tiendas de ropa y de comestibles, dispuesto todo en gran desorden y en improvisadas alacenas, sirviendo de mostradores unas cuantas tablas dispuestas horizontalmente.


Las cantinas eran tal vez más numerosas que cualquier otro establecimiento mercantil, en las que de la mañana a la noche no faltaban grupos de bebedores, de desocupados, de borrachos insolentes, y de mozalbetes mal hablados y dispuestos en todo tiempo a la pendencia.


En muchos bares no faltaban ni las mesas de billar ni el consabido fonógrafo que se hacía funcionar continuamente.


"Había fondas, cafés, carnicerías, peluquerías, salones de baile, numerosos prostíbulos y teatros de cine consistentes en un espacio rectangular, limitado por delgadas tablas puestas verticalmente. Y en el interior improvisados e incómodos asientos para el público...


La población de Zacamixtle consistía, como decíamos, de comerciantes improvisados, ambiciosos y de obreros de los campamentos....


Entre la abigarrada masa de transeúntes no faltaban ni muchachos vagos, ni soldados de mal cuidada indumentaria, ni mujerzuelas pintarrajeadas...".


Zacamixtle era, pues, un territorio pequeño y cerrado en el que todo el dinero de los obreros simplemente se fugaba e iba a parar a los bolsillos de los aventureros, comerciantes sin escrúpulos y otros bandidos de "buena reputación".


La mayor prueba de los nulos beneficios que dejó el petróleo a los trabajadores y al pueblo de Zacamixtle fue lo que ocurrió en 1922, cuando las compañías despidieron con gran frialdad a más de 20 mil trabajadores de la "Faja de Oro", los cuales tuvieron que hacer el recorrido a pie hasta Tampico.


El mismo Manuel Puig Casauranc recordó estos hechos en su discurso de la Cámara antes citado: "Cuando vino el decaimiento de la región, y fue preciso enviar fuera de Tampico a los excedentes obreros, no hubo un solo obrero de Zacamixtle que trajera un centavo, un ahorro: todos tuvieron necesidad de irse a formar en aquella dolorosa cola de Tampico en la que recibían un boleto y ocho pesos" por cortesía del gobierno de Álvaro Obregón". De las condiciones en que quedó Zacamixtle mejor ni hablar.

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